Esto del coronavirus está sacando lo más “bonito” de cada familia, ya que detrás va dejando no solo un rastro de contagio, muertes y estadísticas que parecen surcos en la sociedad, sino una cola de perversidad que hasta lo de la caja “B” del PP se queda corto. “el mercado ha enloquecido” dijo el superministro Illa en una de sus comparecencias.
La miseria adopta un nuevo perfil en lo que se llama “Mercado Negro”, y no de tabaco o “maría” precisamente, sino del propio material sanitario en todas sus variantes. Llevando a la desesperación y el miedo al personal que necesita estos productos para su trabajo, y debido a su escasez, no tienen acceso a los mismos, ni les son suministrados, y todo esto sirve para alimentar las ambiciones especuladoras que salen de sus madrigueras. Si añadimos las urgencias del Gobierno y las CC.AA’s. en encontrar material, el terreno queda llano y sin obstáculos a los depredadores, o, más bien llamados, intermediarios oportunistas para hacer negocios lucrativos.
Y a la sombra de todo ello se mueve una mano negra por mercados financieros que están haciendo su “recolecta” particular.
En los últimos días nos hemos enterado que el gobierno, a través de su supercomité de emergencia había adquirido alrededor de 650.000 kits de test rápidos a una empresa china que se dedicaba a fabricar test de embarazo, pero que no tenía licencia para este tipo de test, y al final han salido con fallos, pero como el intermediario era de “confianza”, ahí me las den todas.
Y es que estamos tan acostumbrados a comprar en los “chinos” y en los “manteros”, incluso en mercadillos, mentalizados que los productos, además de gangas, son falsos que se nos pasa por alto de que las instituciones públicas, con el ritmo frenético de la expansión del virus son fiel reflejo del error del ciudadano de a pie, y sufren el “timo de la estampita” pero a lo grande. Ya no ofrecen un sobre con estampitas, cuando el caso es con la administración del estado, sino que ofrecen un lote de mascarillas, test rápidos, o respiradores, o cualquier producto que sirva para combatir al coronavirus, en un tiempo récord y puesto a la puerta, que no le miras el diente al caballo casi regalado. Y cuando te sirven el “paquete” y lo abres compruebas que aquello no tiene buena pinta, que te puedes encontrar unos impermeables en lugar de un equipo EPI (Equipo de Protección Individual), especial para personal sanitario. Pero si el cheque lo pone el erario público no se va a parar en mientes, las reclamaciones al maestro armero.
Parece ser que el gel hidroalcohólico es tan fácil de fabricar que está en el punto de mira de los carroñeros, que no dudan en entrar a saco en el mercado sanitario y falsear su producción, ofertándola a farmacias y comercios que se dedican a vender estos productos. En Rubí han requisado 1.600 litros con etiquetado falso y contradictorio, que en letra pequeña señalaba que se debía “utilizar con guantes porque dañaba al contactar con la piel”. En la Web no lo ocultaban y ofrecían “gel de manos contra el coronavirus”. ¡Pa habernos matao! De las mascarillas, parece abierta la veda a los especuladores locales, que ofrecían mascarillas a 8€, o guantes a 1€ el par, el triple de lo que valía hace un mes.
Otra empresa que fabricaba bolsas de plástico para el frío, encontró en el gel el chollo del año y ofrecía botellitas de 50miliitros a 5,85€. También ofrecía guantes, que en el mercado, el precio no superaba los 2€ la caja, a un precio de 22€. Y las ofertas a farmacias siguen, a pesar del “control” que la policía está haciendo. Y al final, hay farmacias desaprensivas que participan de la rapiña. Hasta el extremo que el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona ha hecho una llamada para “preservar la ética profesional”.
Y de los respiradores esperemos no tener que llegar a comprobar que también tienen fallos porque ahí se nos va la vida.
Por no hablar de las empresas que hacen sus donaciones públicas, como si fuera una operación de márquetin por un valor inferior a lo que le costaría una campaña de publicidad.
Y si nos alejamos de aquí y vamos a EE.UU. el país de la “democracia liberal” es para salir corriendo y enfrentarse al virus a pecho descubierto. Como el sistema sanitario público es tan deficiente y la sanidad privada tiene su paraíso, ya que su finalidad es el lucro. Hay millones de personas que no disponen de seguro médico quedan a merced de estos “buitres” con bata verde que aprovechan la pandemia para llenar sus arcas. Es el caso de Danni Askini, en Boston, le ha presentado una factura de 34.927 dólares en el hospital que la han tratado por coronavirus, práctica lucrativa que se están extendiendo a una velocidad de vértigo. El precio medio del tratamiento está alrededor de 20.000 $, aunque si dispones de aseguradora, sólo se tendría que pagar unos 1.300 $. Un país donde los epidemiólogos han vaticinado que los muertos podrían llegar a los 100.000 y los contagiados a millones, con el epicentro en Nueva York. Aunque como su presidente dice que “Aún con esta cifra horrible, habremos hecho un gran trabajo”.
Y si al virus le sigue la “Santa Compaña”, los servicios funerarios te esperan a la puerta afilándose las uñas llenando formularios con lista de servicios más largos que la compra de fin de mes. Y eso que están desbordados. Pero lo que es su espíritu lucrativo sale a la superficie de la avaricia y de la especulación. Y aprovechan para sacar tajada de la crisis y del dolor de la familia, manteniendo precios de hasta 4.000€ en servicios mínimos de enterramiento, sin velatorio, sin tanatorio, y con la cara dura que le echan ante una situación de vulnerabilidad psicológica. Lo que ha provocado la intervención de las autoridades autónomas para limitar los abusos, pero sin entrar en detalles. (Interesante artículo de Analía Plaza, en Eldiario es el 29/03/2020).
La otra cara de este mercado negro, está en los medios bursátiles, donde grandes fortunas están comprando acciones de empresas españolas cotizadas en bolsa.
¿A que suenan los altibajos del IBEX35 y otros? Pues los nombres de Cirsa, Daniel Bravo, Ybarra, Nicolás correa, Carlos Slin, familia Riberas, Familia March y Holding, Familia Grifols, Cartival (familia Botín) y otros más utilizan las fisuras legales para no tener que pedir permiso a la CNMV, comprado paquetes de acciones por debajo del 3% de la empresa interesada y así poder pasar por el ojo de una aguja sin ser detectados. Después vendrán haciendo ERTE’s y lo que haga falta para recuperar las posibles pérdidas que la pandemia provoque en sus empresas y filiales.
Pero no todo se relaciona con los “beneficios económicos”. También los hay de cariz político, como en caso de Francia, donde Macron se aprovecha del decreto de emergencia para recortar derechos laborales, que con el tema de los chalecos amarillos le había hecho perder terreno liberal. Y mucha paciencia por la pérdida de imagen internacional y nacional. Así, al igual que su homólogo Sánchez, ha sacado la militarización a la calle al grito de “Estamos en Guerra” y que las manifestaciones están confinadas junto a las personas para retrasar las reformas que estaban en marcha, entre ellas la de las pensiones. Otras medidas están relacionadas con la alteración de horarios laborales, incluso ampliando la jornada semanal hasta 60 horas (ahora son 48), las vacaciones pagadas en época de confinamiento, ya que una vez finalizado el confinamiento, también se reduce el tiempo de vacaciones, y además ha ampliado sus recortes a aplazar el pago de bonos salariales a trabajadores precarios, incluso a tener que trabajar el domingo.
