La centroderecha catalana renace como el Ave Fénix.
El movimiento político catalán huele a urnas y se ha vuelto loco por entrar en las listas. La que sea, pero en listas. En menos que canta un gallo, una parte de la derecha, que se autodenomina centroderecha, ha dado una patada al cesto político y ha removido todo el oscuro fondo donde descansaba la llamada “burguesía”, que no lo es, pero se parece como dos gotas de aguas. Y como un Ave Fénix, renace de sus cenizas, si es que alguna vez se quemó, que creo que no, sino que sólo se puso la piel de oveja para permanecer en el redil. Y si no, al tiempo.
Pues eso, en un visto y no visto, aunque algunos dirán, como siempre, que esto se veía venir, que el “huevo de la serpiente” siempre dejaba a la vista su interior; ha eclosionado, y ha sacado una plataforma (El País de Demà) con manifiesto incluido y, a continuación, un partido que se sale del movimiento indepe (El Partido Nacionalista Catalán- PNC). Y esa parte de la derecha que se quedaba sin silla, saliendo de su letargo dorado, entre instituciones y cargos públicos, bien “alimentada” su ambición, pero con caducidad, como Saurón, el Señor Oscuro persiguiendo el Anillo de la Comunidad, y como dice el refrán:” A mar revuelto ganancia de pescadores”. O, mejor dicho, “buscando la paguita”, como dice mi amigo Manuel Ortiz, que en esto de calar al “oportunista” anda muy fino, y siempre tiene una “coletilla”. A mano.
Y es que estamos en un momento que al independentismo catalán le crecen los enanos en medio del circo de la pandemia, del confinamiento, del final de las fases, que no se acaban nunca, de aprovechar el mínimo resquicio para sacar algo de las arcas centralistas, que no sueltan ni los buenos días, pero prometer prometen más que aquel que podía y prometía que la Transición sería un camino de rosas, para el “Campechano” y una sarta de mentiras para el “mindundi” que votó una Constitución que ha llegado a ser la Biblia de la derecha que no la votó, y la cruz del ciudadano que ve como el espíritu del 78 fue una quimera. Sin dejar atrás lo de reflotar el problema de los ERTOS, los 11500 afectados por tocata y fuga de Nissam, de la creación de 5.000 plazas de docentes necesarios en Enseñanza, y de la Sanidad, de la Sanidad nada, de nada.
La Sanidad está cansada de tanta pandemia y ahora no toca aplaudir, porque con unas migajas de bonificaciones por su labor ya hay de sobra, el resto se lo tendrán que currar en la calle, como están haciendo por las otras autonomías del Estado, reclamando sus derechos, sus reconocimientos económicos, en resumen, su dignidad como trabajadores de la salud, y al mismo tiempo expuestos al peligro del contagio que es cosa a tener en cuenta, y un rebrote está a la vuelta de la esquina.
Y, también por qué no decirlo, para primar las fuerzas armadas y dotar de 12.500 M€ a Defensa que su labor en limpiar las calles con desinfectante es prioritaria ¿Verdad Sra. Robles? Un aplauso por sus milicos que tienen la mascarilla más bonita y más buena, con su banderita para que se note el origen.
Y de la “Esquerra”, que podemos decir, aparte que están más pendientes de si el Gobierno de “coalición progresista” los mira de reojo o de frente, porque hacerle caso le hacen menos que al ruido de un petardo en la Verbena de S. Juan. Pero ellos, erre que erre, fijos en el frente, que los palos vendrán por los lados y no los verán. No escarmienta con el poder centralizado y el Estado monárquico. Que el caso ya está visto para sentencia: “al indepe, ni agua”, y si no, otro al tiempo. Que ya están los de C’s con la mano puesta para tapar las alianzas con lo catalán. Pero queda muy bonito dejar a Laura Borrás a los pies de los caballos de las “puñetas” y togas españolas, que esos sí que saben cortar el paso a la procesión del “Procés”. Y sabiendo que no tendrá un juicio justo, pues eso.
Aunque la votación por el suplicatorio estaría controlada por el PSOE-PP-C’S, eso no quita para tener presente que el independentismo está a un lado y el centralismo en el otro. Pero doctores tiene la Iglesia para saber que se cuece entre bambalinas. Y no me vale lo de: “Ni blanquearemos una posible irregularidad ni tampoco queremos que la juzgue el Tribunal Supremo porque no tendría un juicio justo”. Y como todos somos tan “puros” en esto de las irregularidades, que ni siquiera toleramos un Ferrovial agarrando contratos a rebufo de “un posible tráfico de influencias”. O es que ERC se aplica aquello de que “no dejes que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”
De la mesa de negociación. Qué puedo decir que no se sepa. Que está “más perdida que el barco del arroz”. Ahora, que si las elecciones vascas y gallegas, después, que si quieres arroz Catalina, y así un aplazamiento indefinido. Eso sí, defienden el independentismo, para cuando toque, que ahora pierden fuelle en Madrid y no están para muchos desgastes.
De la CUP, ya se sabe que ni con los unos, ni con los otros, pero con la coherencia por bandera. Pero hay veces que es necesario “participar”, a favor o en contra. Que de equidistantes ya tenemos bastantes en Cataluña.
Y el diputado Jaime Alonso-Cuevillas (JxCAT), lo dejó claro cuando dio una colleja a ERC y a la CUP, sobre la moción de la CUP referente a la represión a la disidencia política (23/06/2020), diciendo aquello de: «No podemos contar con la izquierda, la izquierda española es más española que izquierda y la izquierda catalana, más izquierda que catalana«.
Como iba diciendo, la “centroderecha” catalana, se salta el confinamiento, sin mascarilla, ni guantes, rompiendo las reglas del seny catalán y se descompone en más de lo mismo. Es decir, una plataforma por aquí, manifiestos por allá, otro partido por acá, y el independentista que hace la calle en su forma primitiva de CDR, sin prostituirse, se sube a las vías, aunque pite el tren, llena las manifestaciones de ilusiones, se enfrenta a los “piolines” de allí y aquí, les mira a los ojos a la fiscalía, al Pérez de los Cobos y su cuadrilla de expertos en informes manipulados, le da la vuelta al retrato del “Preparado”, aunque este se duerma de pie, y mil y una cosa más, por eso de que los catalanes hacen cosas. Pues, con todo eso y más, se quedan “pasmaos” viendo la pasarela política montar sus desfiles. Y estoy por cantar aquello de: “… y la calle para cuándo? No es por dar ideas, pero si esta sirve, pues “palante”, que esto del confinamiento está ralentizando la independencia y la República y le está dando aire a los antiindepes.
Y ya tenemos el nido listo para dejar que los huevos de la serpiente, de la derecha catalana, eclosionen.