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La Amnistía forma parte del regateo político

La Amnistía forma parte del regateo político

Pues sí, la AMNISTÍA forma parte del regateo político, y estamos en un momento en que, hablar de ella, es como nombrar la soga en casa del ahorcado. Una amnistía que se ha metido en medio de las investiduras como “piojos en costura”. A unos les pica más que a otros, pero después de rascarse se hace más llevadera. Es decir, a la derecha le levanta sarpullido que no se les haya ocurrido a ellos negociarla, y a la seudo izquierda, porque de izquierda cada vez queda menos, se la ha encontrado a la puerta de casa , a pesar de, que le ha robado la “cartera” en uno de los mejores regates que se recuerdan desde el inicio de la supuesta “Transición”.

Hablando de Amnistía, tanto a los unos, como a los otros, la memoria les flaquea y ya no recuerdan cuando las concedieron, para los suyos, los de los unos y los de los otros. Y eso que, entre col y col metieran a los “diferentes” porque ello les daba glamour en la entrada a la Europa más democrática. Una forma de obtener puntos de cara a la galería internacional.

Para no remontarnos mucho, nos vamos a la “doble” y falsa amnistía que se dio en el período de entretiempos, entre el nombramiento del Novotado I, y la CE del 78, que dio paso a un nuevo “régimen” denominado “Transición” o algo así. Yo lo veo como el mismo régimen, pero “blanqueado”, pero las neuronas van con pasos cansados y se alimentan de hemerotecas.

Por ejemplo, se habla poco, o casi nada, de la reunión secreta, en la noche del 15-16 de junio del 77, día de las primeras Elecciones Generales después de una larga dictadura, en el palacio de Buenavista (Plaza de Cibeles). Un “grupo”, de los más poderosos “tribunos” del ejército español, sin autorización del Gobierno legítimo. No me extraña que todos estuvieran “avisados”, y el rey el primero, ya que lucía “estrellas” de ocho puntas y era el amigo “campechano” de Armada y de Milans del Bosch, invitados de honor en todas las “tertulias” golpistas. Como decía, los “espías” tomaban el aperitivo dentro del contubernio, y allí, en la sacristía mayor del ejército de Tierra, velaron armas, para que la naciente libertad democrática, estuviera atada y bien atada, y no se fuera de parranda dando su voto al “enemigo”, “¡Vade retro!”, es decir, que las fuerzas políticas de izquierda no salieran victoriosas, para frenarlas antes de que despuntara el alba, diría la canción. Al más puro estilo antidemocrático que conociera en aquellos tiempos. “Todo, por Dios, la Patria y el Rey”. ¡Bueno! el rey, si se pone tonto se le da el “paseíllo”, dijo uno de los “guerreros”, coreado por la sonrisa aviesa de otros.

¡Ojo! Fueron unas horas cruciales que podían haber frenado el proceso político democrático “iniciado dos años antes”. Así lo describe el coronel (de la Unión Militar Democrática (UMD), organización militar clandestina española, de finales del franquismo), Martínez Inglés en su libro: “La historia oculta sobre el golpe del 23F: La Conspiración de Mayo”, diplomado en Estado Mayor, que formaba parte del Servicio del EME. Y, desde entonces, somos “rehenes” de unas FAS que les cuesta encontrar el camino de la democracia, amparadas por una Constitución que las legitimaron para hacer de ”celosos guardianes” de las buenas costumbres del Movimiento, juradas por su jefe supremo, heredero del dictador e investido como jefe de Estado. Metido con calzador en el referéndum de la Constitución: «Recibo de su excelencia el generalísimo Franco la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936» juró aquel 22 julio 1969.  Una reunión más, meses antes de la Ley de Amnistía y en proceso de la elaboración de la Constitución. Siempre, el rumor de sables para espantar “ideas” democráticas.

El 15 de octubre, se cumplió 46 años aquella Amnistía del 77 que, dio el tiro de salida en una carrera hacia la democracia y que, todavía, no se le ve la cinta de llegada. Una Amnistía que, lo mismo sirvió para los presos políticos que para los asesinos y torturadores de dichos presos, en contra de las declaraciones de la ONU, que prohibía su aplicación a los delitos por crímenes de derecho internacional: la tortura o la desaparición forzosa. Aunque la “Spain is different” ratificó en abril de 1977 el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos, en los últimos 40 años se ha dedicado a obstaculizar el acceso a la justicia y a la reparación a las víctimas de crímenes cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo.

Al menos, cinco instituciones de Naciones Unidas le han recordado al gobierno, desde 2013, que se han pasado tres pueblos poniendo palos en las ruedas, a los que han intentado llevar a los tribunales a los autores de graves violaciones de derechos humanos. Al tiempo que, Amnistía Internacional, no para de reclamar se levanten estas trabas, provenientes de: el poder legislativo, del ejecutivo, del ámbito judicial (TS-caso Garzón, la fiscalía de la Audiencia Nacional, la fiscalía general del Estado, y así de unos a otros van saltando los inconvenientes que presentó esta Ley del 77. Ley que, por aquel entonces, no fue objeto de críticas porque protegía a víctimas y verdugos. Lo que se denomina “Ley del olvido” o de “Punto final”. Que incluía el perdón para los presos con delitos de sangre y amnistía para los funcionarios del régimen que pudieran haber cometido actos de “violencia institucional”. Los que estaban a favor dijeron que era para lograr la “reconciliación nacional” y para “cortar de un tajo” con el pasado.

España es un país de amnistías” dice Quico Sallés (en El Món_Cat), señalando las 23 amnistías que se han realizado desde 1832, sobre todo durante las dictaduras, lo que no quita que la monarquía también se valió de ella, como la de 1837 a los que prestaran juramento de fidelidad a Isabel II. La mayoría de las veces había una “interrelación entre amnistía y cambio político”.

Aunque no deja de sorprender la Ley de 23/09/1939 que habla de una serie de delitos que dejan de serlo, además, “para las personas que conste de manera cierta su ideología coincidente con el Movimiento Nacional”. Y anterior a la de1977, después de la muerte del dictador, está el decreto-ley de 30/07/1976, sobre los presos políticos (unos 300), excepto los pertenecientes a ETA, GRAPO y a los militares de la UMD, que defendían la llegada de la democracia.

Y ahora, salen lo “palafreneros” de la política a rasgarse las vestiduras, porque ante una posible investidura del candidato socialista, Pedro Sánchez, los de JUNTS, partido catalán e independentista, hace una propuesta que condiciona su voto para renovar al “gobierno más progresista de los últimos tiempos”. Por un lado, los del PP y acólitos, y por otro las viejas glorias y jarrones chinos del socialismo. Una situación insólita, dice J. Barbeta en el Nacional, “Aún no ha pasado nada y ya se han pronunciado contra la Amnistía… la cúpula del poder judicial, la asociación de fiscales, los sindicatos policiales, y la patronal española. Sólo falta los militares” Y mejor no “meneallo”, Jordi, no vayan a darle por pensar si eso afecta a la “Unagrandeylibre” que, a la mínima le rechinan los colmillos. Y la Conferencia Episcopal que, también, ha metido la cuchara en el plato de la discordia, para bendecir el debate, y eso que no hacen política.

No obstante, a mí me queda la duda si la propuesta de Puigdemont se refería a la amnistía, o sólo hacía referencia a ella porque no resolvería el problema, o llevaba algo más complejo en la mochila, ya que, si no recuerdo mal, no habla de Amnistía exactamente, sino de:

A.-El reconocimiento y respeto a la legitimidad democrática del independentismo…

B.– El abandono completo y efectivo de la vía judicial contra el independentismo y los independentistas… El abandono de la represión al independentismo democrático… Abandono permanente…

C.-La creación de un mecanismo de mediación y de verificación que aporte las garantías del cumplimiento y seguimiento de los acuerdos que los dos grandes partidos políticos españoles no están en condiciones de darnos…

D.- Fijar como únicos límites los definidos por los acuerdos y tratados internacionales que hacen referencia a derechos humanos (individuales y colectivos) y a libertades fundamentales…

Ninguna de estas condiciones previas es contraria a la Constitución…

Por tanto, que ninguno se engañe con eso – tampoco con la amnistía – se resolvería el problema de fondo…”

Es decir, un “pacto histórico” y el “final de la represión”.  

Y, si mal no recuerdo, creo que fueron los de Sumar los que iniciaron bandera del tema de la amnistía, bajo la batuta de Jaume Asens, que lleva un tiempo con asesores para sacar una propuesta aceptable y desviar el fiel de la balanza hacia el apoyo a la investidura.

Después de todo, por conjeturas que no quede.

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