IV LA CRISIS SISTÉMICA DEL ESTADO ESPAÑOL. La corrupción política se pasea por la realeza hasta la saga borbónica
Según la RAE, que sabe mucho de estas cosas define la corrupción, como:
1) Acción y efecto de corromper o corromperse.
2) Deterioro de valores, usos o costumbres.
3) En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores.
4) Diarrea, descomposición.
Pero en su aplicación a la clase política, se suman todas las definiciones, porque cualquiera de ellas le va como anillo al dedo. El político, cuando se corrompe es un ser tan miserable que ni siquiera se ve en el espejo, como recordamos en aquellas películas de vampiros. Son chupópteros de la sociedad, que viven enquistados, en ella como las sanguijuelas.
Unos hablan de tres décadas, otros de dos. Pero la realidad supera la ficción. Generalizar que la corrupción política tiene un período corto. Que viene aparejada con la “transición”, es negar la mayor. La historiografía tiene suficiente información al respecto.
La corrupción en la política, no es cosa espontánea, empezó, poco a poco, hasta asentarse en las monarquías absolutas que, no rendían cuentas a nadie, unos monarcas que funcionaban con la “irresponsabilidad” pegada al trono, rodeada de una aristocracia, una burguesía y un alto clero, que generaban unos gastos enormes para mantenerse en una existencia lujosa, donde el tráfico de influencia era el pan de cada día.
Ha prevalecido desde tiempos remotos. Se alarga en el tiempo y se pierde en la Edad Media, incluso se adentra en la Antigua. Sin ir tan lejos aquí, en casa nuestra, las monarquías hispánicas están llenas de “perlas” corruptas que harían las delicias de más de uno y de dos interesados en el tema. Y que los políticos de hoy no han inventado nada nuevo, salvo utilizar las nuevas tecnologías para intentar diluir sus ”delitos”, o servirse de la interpretación de las leyes, pero, lo más sutil y moderno es hacer leyes para tapar las vergüenzas. Y si me apuran, leyes sobre amnistía fiscal, manteniendo la opacidad de los “afectados”. En 2015, la Vanguardia publicó, que “la amnistía fiscal de 2012, había aflorado información altamente sensible…, de las 705 personas entre 32.000 evasores fiscales acogidos a la amnistía, con indicios de posible blanqueo de capitales son exclusivamente POLÍTICOS y altos funcionarios del Estado, familiares directos, cuyos activos hasta ahora ocultos y recién declarados no se justifican con sus ingresos”. Y eso que el TC dijo era inconstitucional, pero que si quieres arroz Catalina.
Una “Chapuza” made in Montoro que el TJUE anuló el modelo 720, la derivación a multas que aplicaron eran desproporcionadas y es posible que tuvieran que devolver, porque España iba en contra del dogma de la Europa libre, y del principio de libre circulación de capitales”. Esta corrupción desde el propio ejecutivo, por no hablar de las “filigranas” fiscales para evitar que el “emérito” entre en chirona, que no se nos dará tal gusto. También está, lo de mantener caducada la elección de miembros del CGPJ para que sus “chanchullos” tengan una mejor visión “judicial”. ¡Ahí es ná! Se le podría llamar “ingeniería financiera de la corrupción institucional”, por llamarle algo.
El maestro de los políticos corruptos está en el Duque de Lerma (1552-1623). El valido de Felipe III, el hombre más poderoso de la España del Siglo de Oro. Amasó ingente fortuna y fue el “rey del pelotazo urbanístico” al provocar el cambio de la corte de Madrid a Valladolid y a la inversa, comprando terrenos antes de los traslados, para que la aristocracia edificara en los terrenos que él especulaba. Un artista del “ladrillo”. Tuvo varios imitadores en sus secuaces más cercanos, terminando la saga en su hijo el duque de Uceda.
Y de aquellos polvos siguieron dando lodos.
Lo importante para esta clase política es la “impunidad”, hasta el punto, de que hay casos de malversación desde lo más alto del poder, cuando los políticos de turno estaban en la cúspide y creían que los jueces no les tocarían, y se mantendrían alejados. Si bien, lo que en realidad existe es una gran connivencia entre los poderes ejecutivos y judiciales. Una especie de vínculo clientelar, que se intercambian “favores”, muchas veces en forma de “especies”, sin cotización adicional.
Y es que, en este terreno judicial, hay abogados que dicen que no se atreven a meterse con ellos (los jueces), porque en su “territorio” son casi omnipotentes. Y de esa omnipotencia estos lodos. Decía Quevedo: “Donde hay poca justicia, es un peligro tener razón”. Aunque, tampoco es que sea el genio de la lámpara alguien que vivía de la sopa boba bajo su benefactor, el Conde Duque de Olivares, aquel del proyecto “El Gran Memorial” (1625). Una de cuyas ideas era: “Ir en persona a visitar el reino (se refería a Cataluña) y provocar un tumulto popular grande, como pretexto para matar a gente y asentar y disponer las leyes castellanas. Algo así como la “Operación Cataluña” pero a la brava. Y, además, acompañada de otra idea sacada de la “Unión de Armas” que se basada en el sistema de cuotas por provincias para dotar a la monarquía de ejércitos, hombres y armas, pagados. En Cataluña correspondían unos 16.000 hombres. Algo similar a utilizar a los Mossos d’Esquadra, en su día.
Nada es nuevo bajo el sol. Los políticos de antes y los de ahora copiando sus “estrategias” de ocupación.
Otros maestros de la corrupción se regodean en las monarquías borbónicas y a partir del siglo XIX, van saliendo “ejemplos” que durarían hasta nuestros días.
Si el Duque de Lerma fue un maestro del chanchullo del ladrillo, a los Borbones: Carlos IV y Fernando VII, se les fue la mano y vendieron la corona a Napoleón.Y no fue un timo. Sí, tal como suena, vendieron la patria que tanto les llenaba la boca a los franceses, 34 millones de reales (30 para el padre Carlos IV y 4 para el hijo Fernando VII, y una cuenta bancaria en Londres). También le prometieron una ínsula en la Toscana, pero ya sabemos de qué van estas promesas. Dando ejemplos a sus herederos. Mientras los “súbditos” guerreaban contra “los invasores”. Y así, el Dos de Mayo quedaba señalado como día histórico, llamando a la población a un alzamiento general contra los franceses, con el lema: “Es necesario que muramos por el rey y por la patria”. Cosas de las Abdicaciones de Bayona (06/05/1808). Todo lo cual, no le impidió recuperar la corona de nuevo y volver a traicionar la patria, aboliendo la Constitución de 1812, “La Pepa”. Y pasar el testigo a su ·hija” Isabel II. Y es que los súbditos tragan ruedas de molino al comulgar, en cuanto a un monarca le da por sacar la carroza de paseo y dar festejos.
Entre los seguidores de saga más corrupta de la historia, tenemos a la consorte de Fernando VII, María Cristina, de la canción: “María Cristina me quiere gobernar, y yo le sigo, le sigo la corriente, porque no quiero que diga la gente…”. Entró en lo de las comisiones por el tráfico de esclavos en Cuba, y del ferrocarril, en el negocio de minas y de la sal… La cuestión es que terminó en el exilio. Dejando el testigo a su hija Isabell II, otra “prenda” de la corrupción que la llevó al exilio después de la “Revolución Gloriosa de1868”, sin dejar de meter la mano (25%) en la venta de bienes que no eran suyos.
Y llegamos al bisabuelo del emérito, que marchaba del país, dejando las arcas públicas vacías y una lista de negocios turbios, seguido de las coplillas del pueblo y con una bolsa de 85 millones de pesetas:
“¡No se ha marchao, que le hemos echao!”;
“¡Alirón, alirón, el Rey es un ladrón!, o
“¡Alirón, alirón, Alfonsito es un ladrón!”.
Valle-Inclán, también expresó su pensar y se desahogó a gusto: “Ahora no se le arroja a Alfonso XIII por anticonstitucional, sino como ladrón…”
Aunque, quien hizo su agosto, amasando grandes fortunas, fue Juan March, con los negocios de tabaco, banca, navieras y prensa manejando los hilos de la política. El mismo que alquiló Dragón Rapide para que Franco se trasladara de Canarias a Tetuán, para controlar el Golpe de Estado del 36, con el ejército africanista.
Continuará