Entramos en un mes de contradicciones que empieza de igual forma que acabó Enero. Como el rosario de la aurora. Pendiente del coronavirus que ha eclipsado casi todas las demás noticias que han ocurrido en Catalunya y en España. Noticias que han quedado en un segundo plano, salvo el Brexit que ha conseguido mantenerse en primera línea.
Apenas se ha hablado que el Centro Simon Wiesenthal ha enviado una carta a Pedro Sánchez de indignación porque la fiscalía, otra vez “afinando” sus aviesas intenciones, ha emitido una circular considerando a los nazis como un colectivo amparado por la legislación de delitos de odio. Y le pregunta al presidente si considera un crimen “la incitación al odio a ISIS, ETA o a aquellas ideología que dan apoyo al exterminio de lo que consideran razas inferiores”. ¿Se mojará o no se mojará el tal Sánchez? La carta lleva más dardos para que el nuevo gobierno se ponga las pilas sobre el tema nazi-fascista-franquista. O ¿Echará balones fuera?
Y es que la “fiscalía” no tiene patrón, ni perfil, ni perrito que le ladre, decía mi abuelo. Hace de su toga un sayo y se pasa la ley por donde el estornudo le permite. Y no puede ocultar, por mucho que lo intente, que se le ve el plumero de la época anterior, si, aquella de antes de eso que llamaron Transición hacia la democracia, y se quedó en demo ¿qué? Como decía, la fiscalía vuelve a salirse de la fila y pide que el TS juzgue al entonces secretario de la Mesa del Parlament, Joan Josep Nuet, sin pedir suplicatorio al Congreso. Y es que esto de la desobediencia está sacando de quicio a más de uno, y de dos. Y lo de los suplicatorios es un freno que la pone nerviosa, si no fuera porque la mirada internacional se fija con más atención, en plan lechuza, en el postureo judicial español y su “actitud” de cara a la sentencia del TJUE sobre la inmunidad de los eurodiputados indepes.
Y ya puestos en la fiscalía, vemos que tiene la peineta torcida y este carnaval debería salir retratada, pero como nada entre dos aguas no se le nota su viraje hacia el tercio de la ultra derecha, y su catalanofobia le reboza por la comisura de la boca cuan vampiro en plena faena. Sigue en sus trece de que Clara Ponsatí no puede ser eurodiputada y pide, a diestro y siniestro, que se le mantenga la euroorden, en tanto reclama al Parlamento Europeo que le suspenda la inmunidad. Y es que aquí cuando entra un tal Llarena que siempre está con el mazo en alto esperando una tos fuera del tiesto para colgarse la medalla correspondiente, pero esto es la fiscalía y sus obras son “amores” y no buenas razones.
Y no quisiera pasar de largo sin mirar al Tribunal de Cuentas, pero sus últimas jugadas hay para correrlo a gorrazos y me tienta pasearla por los mentideros de la corte para que se les vea bien, el “pedigrí” que se gasta. Un negocio familiar al estilo de Don Corleone, más del 20 % de los cargos tienen vínculos con la familia de las gaviotas, directa o indirectamente y no tiene el sonrojo de nombrar a dedo a quién le plazca, si no fuera que le podido parar un poco los pies. Nepotismo desvergonzado.
Un Tribunal que no pierde ocasión para sacar la lupa contra el Govern de la Generalitat, antes con los gastos del 1-O y, ahora, sobre el coste de las delegaciones catalanas que se abrieron en 2017, que en cualquier otra autonomía también las tiene, pero en el caso catalán son “auténticas embajadas” (se olvidan lo de comerciales), teniendo en cuenta que Mpuntorajoy y Montoro negaron la malversación en el 1-O y aledaños, pero el Tribunal sigue erre, que erre. Y eso rechina tanto que le nubla la vista, pero no le impide revocar la condena de Ana Botella (23 M €) por lo de lo de la venta de pisos a fondos buitres (Fidere- Fondos Blackstone), donde el niño de los Ansares se llenó el bolsillo.
Aunque una parte de este tribunal, será el más honroso, está picando la cresta a la Iglesia por lo de las asignaciones públicas que se les transfiere en lo de la casilla del 0,7, y sin entrar en lo del cepillo. Que eso de mezclar letanías, corrupción y política, no hay un dios que lo aclare. O que señale en 66.577 M € el coste de la reestructuración de la banca está muy bien, pero no mueve ficha para embargar a ningún banco, como ocurre en el caso de Catalunya, a pesar de que obtienen beneficios y se vanaglorian de ello.
Así que entre la fiscalía cegada por el “humo” catalán, el Tribunal de Cuentas que mira la mano que le alimenta “su espiritualidad” terrenal, y el Tácito, alma de los informes contra el independentismo, y que por ahora está “entregao” en el juicio contra Trapero y los responsables de los Mossos, han dejado pasar por la calle del olvido que el gobierno del PP, se gastó medio kilo de euros, de los fondos reservados, en mordidas a la policía política (entre 2013 y 2015), para proteger a la gaviota y su caja B. Y no se ve la malversación porque el ángel Marcelo del exministro que sabía cómo afinaba la fiscalía, lo tapó con sus alas angelicales.
Para que no quede en el olvido. Cortan la Avenida Meridiana de Barcelona por 113ª noche consecutiva como protesta por la sentencia del 1-O. Y en la Casa de los Leones, el independentismo catalán, vasco y gallego, planta al rey, porque no es un interlocutor válido para él. Rechazan la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo… La República es la República y a ti te encontré en el Pardo.