28-A. La precampaña es una mierda de campaña encubierta.
Fuente viñeta: JRMora. Publicada el 20/02/2019 en CTXT Las elecciones del 28A, han comenzado ya. Con el nombre de precampaña,
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Estos días ha salido a “retortero”, por los balcones mediáticos, lo de la reprobación al VI de los Felipes. Y ¿Qué? Si le buscamos un valor, sería tan trivial como tirar salvas al aire, para celebrar el día internacional del dislate. Por decir algo.
Lo de reprobar es como sacar un suspenso de una asignatura “María”. Vamos, que no sirve para nada. En resumen, no aprobar. Y de eso sabemos un montón por estos pagos de dios. Por no aprobar, no se aprueban ni los presupuestos generales del Estado, que ya es decir, de un gobierno que salió de las “mayorías” silenciosas.
Reprobatio est, joditum pues. O algo así, que es como no decir nada.
Tirando de la maldita hemeroteca, te encuentras que esto de la reprobación es más cotidiano de lo que parece. Tanto que ha perdido brillo y esplendor, quedando muy desvalorizado. Sin interés, ni prima de riesgo. Ni perrito que le ladre.
Sin remontarme muy lejos. Porque si lo hago me encuentro que es un término que no se conocía ni en la Constitución, ni en su espíritu, ni en los padres del espíritu, que ya es decir. Es una de esas cosas que empezó como un rumor por el Salón de los Pasos Perdidos” de la Casa de los Leones, cuando sus señorías pisaban la mullida alfombra y se les perdían los pasos y las ideas también, digo yo. Curiosidad aparte, se dice que allí no entran: ni cámaras, ni micrófonos. Habría que preguntar al Villarejo de turno que hay de esa leyenda.
Volviendo al quid de la cuestión. Se decía que era casi imposible reprobar a un ministro, pero el PSOE empezó primero a meter el dedo en la llaga de los de UCD y reprobó, nada menos que a cinco ministros. Como la maneta del Piqué, y todo por un quítame allá estas pajas del aceite de colza. Colza que aún colea. Una reprobación que zarandeó los sillones del Congreso, porque la dichosa CE del 78, no decía ni esta palabra es mía. Bueno, aquella primera moción fue rechazada. Pero el diablillo de la reprobación quedó untado en los tejemanejes de la política esperando mejor ocasión. Y allá por el 2002, le tocó la china a un Rajoy que pasaba por Interior, con el tema de la seguridad ciudadana, y salió airoso del trance. No hay nada como un plato es un plato y a ti te encontré en la calle.
Pero, más tarde, los lebreles de la gaviota, aprovecharon las horas bajas de un PSOE desorientado por las meditaciones de Zapatero, y le reprobaron a la Magdalena Álvarez. Esa mujer sí que tenía currículo de verdad, no como los de ahora que se quedan en agua de borrajas al mínimo vistazo que se les eche. La que llegó a Fomento, detrás del Cascos, ¡Dios del amor hermoso! Que panorama dejó el “menda”. Pues allá por el 2007, el Senado la reprobó, con los gritos de la bancada popular de: ¡Dimisión! ¡Dimisión! ¡Dimisión!. Qué Sta. Lucía les conserve la vista porque los que era la visión de futuro, la tenían hecha unos zorros. Aunque la Maleni, dejó algunos tufos, y la jueza Alaya le miró el DNI por todos los lados buscando la errata, y durante su etapa en Fomento se ocultaron auditorías del AVE, Madrid-Barcelona, y uno de los tramos se “infló” un 230%. Casi ná.
Desde entonces hasta ahora, la cantidad de reprobados azulillos hay para dar y regalar. Desde alcaldes, presidente autonómico y ministros. De ministros, ¡Sírvase usted mismo!: Moratinos, Arias Cañete, Cascos, Arias Salgado, Piqué, el político, no el futbolista, Pío Cabanillas, Celia Villalobos y su tablet para juegos, o Trillo y su ¡Viva Honduras!, Fernández Díaz, por las escuchas en su despacho y por usar medios del ministerio para perseguir a su rivales políticos, a Rafael Catalá por injerencias en la fiscalía y obstaculizar la justicia, en favor de los cargos del PP imputados por corruptos, y como guinda del pastel, el Montoro, que, con cara de asombro, preguntó:”¿Eso qué significa?. Pues que no les agrada tu careto, tontoelculo, que están hasta lo que no suena de tus amnistías, de tu conducta contra los empresarios de bien, contra los autónomos, y sobre todo contra el ciudadano de a pie.
Y por el lado de los reypublicanos socialistas, también hay algún pringao como: Solbes, Montilla, Alonso, Trujillo, la ministra de los minipisos, Solchaga, el que dice que “los pensionistas no tienen razón porque no han pagado ni la mitad de lo que perciben”, el Borrell de mis amores, a este le tengo en el punto de mira de la pluma, desde que hace ministro de exteriores de la Generalitat, Carlos Romero, de la Quadra, Morán, Moscoso. Y paro de contar que esto va pareciendo la lista de seleccionados de la “roja”. A unos y otros la reprobación les ha dado “alas” y titulares por sus meteduras de pata y lo que no lo son.
El año 2017 fue una buena cosecha.
Vamos a ver. Una reprobación, es una figura política. Fi-gu-ra. Que expresa un descontento. Nada más. Ni destiñe, ni estropea la ropa, ni siquiera colorea las mejillas del reprobado, que ya le vendría bien. Que por ética debería renunciar al cargo, o quedarse mudo, como le ocurrió en su día a Montoro cuando le echaron la bicha. Nada de nada, sólo es un tirón de orejas al infrascrito.
Y eso que no he nombrado cuando la fiscalía entra al quite y salva alguno por la campana. Ni los casos de la Asamblea de Madrid. Ni los fiscales reprobados (la cúpula de la fiscalía, ¡Manda güevos la cosa!)
Y ahora, como colofón, con la Reprobación al Rey, parece que se han echado a temblar los palos del “sombrajo”. Una Reprobación al Rey en el Parlament de Cataluña, promovida y perdida por los independentistas en primera instancia, y propuesta en segunda por los Comuns, condenando el posicionamiento del rey en el conflicto catalán y pidiendo su abolición. Y después el Ayuntamiento de Barcelona, hace lo mismo, y por lo mismo.
Pero, mira tú por dónde, el gobierno del PSOE, tan amigo de reprobaciones, se le hincha la vena del cuello por defender la monarquía y acusa al Parlament de atacar las instituciones. Y la superministra Calvo dice que “un parlamento autonómico no puede cuestionar la figura del jefe del Estado”. Pues parece ser que sí, que un parlamento puede cuestionar cualquier tema que entre en ventanilla. Es el problema que tiene la “democracia”. O, si no, Ley Mordaza al canto, que parece ser que tiene mucha actividad últimamente con la libertad de expresión.
Y dice, y redice, un Sánchez muy ofuscado, que presentará un recurso ante el Constitucional, a pesar de que el Consejo de Estado le dice que tranqui, que no es para tanto, que remover el asunto puede hacer ir al garete el chiringuito real y multiplicarse este tipo de acciones, y además, le recuerda que “el Parlament es libre de hacer juicios políticos”. Tanto, que hasta IU que estaba en el balcón ha salido a la calle para presentar reprobaciones a tuti fruti. O eso ha dicho, ¿Para cuándo?
Tendremos que seguir cuestionando Republica o Monarquía, hasta que algún “demócrata” gobernante se entere que estamos en el siglo XXI y en la Europa democrática, es un decir. Y que los gobernantes, sean del nivel que sean, se deben someter a la voluntad popular. Pasar por las urnas no es delito de rebelión aunque algunos quieran mantenerlo.
Una monarquía que hace trabajar a una niña de 13 años, aunque sea leyendo unas líneas de la CE, por un salario, es explotación infantil, o algo más indecente. El único que es irresponsable es el rey. Los demás deben pasar por el arco de la ley en igualdad de condiciones. DIXIT.
Fuente viñeta: JRMora. Publicada el 20/02/2019 en CTXT Las elecciones del 28A, han comenzado ya. Con el nombre de precampaña,
– La RAE dice de Mesnada: “Conjunto de hombres armados que en la Edad Media estaba a las órdenes de un rey, noble o señor”. Los miembros de la mesnada recibían tierras o dinero del señor a cuyas órdenes estaban. También son los partidarios de una persona o líder político.
Se habla de las votaciones y de las papeletas, que es lo principal del proceso. Del voto en blanco y del voto nulo. La abstención, en cambio, es como el patito feo del cuento, que si se le mira con paciencia y se analiza se puede descubrir un valor intrínseco que hace que los partidos se remuevan en sus propias conciencias, cuando descubren que puede ser su actitud en tiempos `pretéritos los que han provocado esa abstención. No obstante, el “boca a boca” susurraba a algunos votantes, hartos de ERC, Junt y la CUP que, tanto la abstención, como el voto en blanco y el voto nulo, eran opciones muy válidas para poner en su sitio a los partidos que se miran el ombligo partitocrático.