Llegó la Amnistía aguijoneada por troyanos perversos
Acabó el mes de las “flores”, aquel que, en tiempos pretéritos, nos hacían rezar el rosario en las tardes escolares. Y, de camino, nos trae una Ley de Amnistía, aguijoneada por “picadores” con las garrochas sin cruceta, para hacer doloroso su tránsito por los caminos democráticos de una Spain, cuarteada y resquebrajada por una derecha ávida de derribar un gobierno salido de las urnas, las cuales se las pasan por el arco de las “puñetas”. Y es que, entre la derecha de Feijóo y la extrema derecha residual de la etapa del nacionalcatolicismo, reconvertida en partido con nombre de diccionario, han perdido el oremus y se han lanzado a quemar el terreno por donde pasan.
Al fin, se ha aprobado la Ley de Amnistía, el pasado jueves, 30/05/2024, 177 votos a favor y 72 en contra, a pesar de los obstáculos, el Congreso de los Diputados, casi convertido en el Corral de la Pacheca por las provocaciones de “pandilleros” políticos en plan bravucón que intentaban interrumpir la votación, que eso de los actos democráticos les cuesta digerir. Como decía alguien: “No se ha hecho la miel para la boca del asno”, o algo así. Aunque, quien, si lo tuvo claro, fue el diputado del PSOE, que hizo el discurso desde la tribuna, porque, los filibusteros proferían insultos. Los acusó de “neofascistas y filonazis”. “¡Ahí lan dao!”
Pues parece que sí, que a la última va la vencida, y lo digo con segundas, ya que la Ley, más que un triunfo da la sensación que ha caído a los cascos de los caballos, y no sólo a los del caballo bayo, para ser pisoteada, retorcida, manipulada, hasta descalificarla, a gusto de la política más cerril del PP y monaguillos. Después de los palos en las ruedas y el filibusterismo más inmoral de una, mal llamada, democracia, ahora se abre la veda para los poderes ocultos de la justicia, la del CGPJ, caducado y desvergonzado, la de la sala segunda del TS, la de lo penal, con el sheriff Marchena y sus acólitos, la de los fiscales, la de las asociaciones de jueces conservadores que intentan manipular a los más de cinco mil jueces que, creen que la justicia es independiente, porque lo de politizarla “aún no lo creen”.
No ocurrió lo mismo con aquella otra Ley de Amnistía que sirvió de “punto final”. ¡Si, hombre! la del 1977. Aquella que, 18 diputados de la derecha, léase Alianza Popular, se abstuvieron de votar, en contra de los 296 votos a favor. También, en las votaciones del Parlamento sobre la Constitución, hubo 8, de los 16 diputados de AP que no la apoyaron. Que es lo que acostumbran a hacer los seguideros del franquismo, ir en contra, o abstenerse, para después apropiarse de ella y envolviéndola en la bandera nacional, agarrarse a ella como a un hierro ardiendo para salvar de la quema judicial los crímenes del franquismo, las torturas, la brutalidad policial y el terrorismo de Estado. Pero aquella Ley, fue ideada con “el espíritu de la reconciliación nacional”, poniendo un punto final en beneficio del bando ganador de la guerra civil. Como dice Sánchez Tostado en su obra “La Transición Oculta”: “Sin embargo, escondía una cara siniestra que no tardaría en aparecer, la impunidad del franquismo y sus responsabilidades y el absoluto abandono de las víctimas que lucharon por la libertad y la democracia”.
Aunque el Pedro Sánchez, tampoco hila fino, cuando, en un arranque de prepotencia, dio la espalda al hemiciclo, y después de votar, se marchó, pero dijo algo que me dejó ojiplático y casi embobado: “Gracias a la apuesta por la convivencia hemos superado la mayor crisis territorial de la historia de nuestra democracia en Catalunya”, Y que, por ello, gracias a esa apuesta España está hoy más unida y es más próspera que cuando gobernaba el PP. Y unas “chuches” para endulzar el trago, le faltó agregar.
Que no es lo mismo que lo refutado por el MHP132 de la Generalitat, un tal Aragonés: “La amnistía, por si sola, no resuelve el conflicto político entre Cataluña y España”. Es decir, que esta Amnistía no significa ningún punto final, no es perdón, ni clemencia, pero que a mi me gustaría entrar en el detalle del inicio. La Amnistía sirve para corregir un error político del ejecutivo español en octubre de 2017, al utilizar la represión en lugar de la política.
Pero, eso es entrar en la dinámica de dilucidar, qué fue primero, si el huevo o la gallina. Yo insisto que el 1-O fue poner unas urnas, que no existían, según MpuntoRajoy, y votar por una independencia y, de camino, aclarar que el Referéndum no estaba catalogado de delito, que estaba despenalizado desde 2005. Y, sobre todo, no había armas de “destrucción masiva”, escondidas en las urnas, para una rebelión, ni para una sedición, como al final ha quedado la cosa.
Y ¿ahora qué? Me pregunto, se preguntan, nos preguntamos. Como dijo F. Jáuregui, en su artículo publicado en El Món Cat, el mismo día de la aprobación de la Ley: “De verdad-de-verdad”, Pedro Sánchez está convencido que podrá continuar contando con el apoyo, tanto de JUNTS como de ERC, Bildu, BNG y Sumar (cada día más díscolos), para llegar hasta el final de la Legislatura, allá por 2027 Y dice, que en los mentideros de la Corte hay apuestas, entre algunos cercanos, sobre si avanzará significativamente las elecciones.
Quico Sallés, en el mismo medio, señala que “la aplicación de la Amnistía, caso a caso y esperando un “Vietnam” jurídico”. Que la verdadera madre de los huevos es el comportamiento de parte de la judicatura, agarrada de la mano del sector más duro de la fiscalía. Algo así como la élite del poder judicial español, están preparando una contraofensiva, en la aplicación legislativa. Ese grupo que Rufián lo ha bautizado como el “partido judicial español”.
Según retrata Joaquín Urías en su reciente libro “La Justicia en el banquillo” (mayo-2024), la cosa no ofrece dudas: “La relación de las asociaciones judiciales con los partidos políticos es de conveniencia para ambas partes e implica el intercambio mutuo de favores. La APM (asociación conservadora) defiende los intereses estratégicos e ideológicos del Partido Popular y, a cambio, este facilita el acceso de sus miembros no solo al Consejo General del Poder Judicial, sino incluso a las más altas instancias jurisdiccionales, seguro, además, de colocar en ellas a jueces permeables a sus intereses y que, como mínimo, comparten con él una misma visión de la sociedad”. Ahí están, esperando la publicación en el BOE para entrar con el “bisturí ideológico” y hacer de sus venas (las de la Ley) cuerdas de guitarra. Y así nos luce.
De las Elecciones al Parlamento Europeo, mejor no hablar, o sí. Pero otro día, que el patio está calentito.