Consejo de Ministras en Barcelona para festejar el 21D (I).
Consejo de Ministras La semana empieza con perspectivas calentitas: Por una lado, un Consejo de Ministras en Barcelona el próximo
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La corrupción en la II República era un legado monárquico
Paul Preston, historiador hispanista (El Diario. 14/09/2020), se refería a la dictadura primoriverista como una etapa que: “no fue especialmente represiva, como sería la de Franco, pero sí alucinantemente corrupta”. “Los militares y los colaboradores civiles tenían las manos en la masa”. La guerra del Rif fue un pozo sin fondo, en cuanto a pérdidas económicas y de sangre. “Un desastre total”. Que devoró un tercio del Presupuesto del Estado. Retratado en el “Expediente Picasso” con pelos y señales. Se perdió Cuba y Filipinas. Mostrando una sociedad política incompetente y corrupta que medraba a la sombra de un monarca “perjuro” y sin apenas formación política. En ese tiempo destacaba en el mundo de los negocios y las finanzas, un tal Juan March que, llegó a ser el séptimo hombre más rico del mundo y que, a la postre, financió parte del golpe de Estado del 36, con la propina del alquiler del Dragon Rapide, al servicio de Franco.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), con la aprobación y beneplácito de un rey, caprichoso y mujeriego, al que llamaban “Fernando siete y medio” por el vicio en el juego, había dejado el campo sembrado y dispuesto para que la corrupción campara a sus anchas. Aunque la llegada de la República no consiguió mejorar el panorama legado de la monarquía.
En el nuevo sistema republicano, abril del 31, la política no estaba restringida a un juego de dos, como lo entendemos en la actualidad. Y eso que el bipartidismo ya venía encarrilado desde la etapa de Alfonso II. En vez de eso, significó un alud de nombres, grupos y partidos. Evolucionando los partidos conservadores, algunos de los cuales eran accidentalistas, es decir, no juraron fidelidad a la República. No todos. Así que, una República laica no lo iba a tener fácil. Y menos, en un contexto de confrontación y conspiraciones contra el nuevo sistema.
Al primer bienio republicano (1931-1933, Bienio Progresista, se le puso palos en las ruedas (con un intento de golpe de estado en el 32, la Sanjurjada,). Por otro lado, las reformas se agolparon sobre las Cortes: La reforma agraria, levantó ampollas entre los terratenientes y los caciques, teniendo en cuenta que en el mundo rural seguía rigiendo la cooptación caciquil y corrupta del voto. Y con la oposición conservadora en pie de guerra. Además, estaban las otras reformas que esperaban entrar en liza, como: la reforma territorial, la reforma educativa, la reforma laboral, la reforma militar y la cuestión religiosa. Demasiadas reformas para una República, recién salida del cascarón.
Especialmente en la cuestión religiosa de los primeros gobiernos republicanos, que la Constitución del 31 había legislado un estado sin religión oficial, con libertad de cultos y separación entre la Iglesia y el Estado. Cosa, que a lo largo de los años no se ha podido conseguir, ya que, a pesar de la “intencionalidad política del momento, en la actualidad, tenemos un estado “aconfesional” pero subvencionando a la Iglesia católica con alrededor de 11.000M€, sin fijarnos en las mamandurrias de la exención del pago de impuestos y la financiación de escuelas afines al catolicismo, por medio de apoyos financieros, etc.
Respecto a la reforma militar, era para echarle de comer aparte, teniendo los cuartos de banderas llenos de “mandos africanistas” que veían como se iban a quedar sin “privilegios guerreros”, que con los fracasos del Rif y Annual (masacre de10.000 muertos y cientos de prisioneros en las líneas españolas), ya habían superado cualquier expectativa de obtener “beneficios”.
También había otros grupos sociales que se resistían a perder sus prerrogativas, como: los terratenientes, los grandes empresarios, los financieros, los patronos, los monárquicos, etc.
Así que, la II República, no se iba a librar de tener sus propios corruptos, chorizos, sobornos y enchufismo”. Y para ello, nada mejor que la entrada en el gobierno de Lerroux y su partido PRR. Puso la corrupción patas arriba, con dos casos: El caso Straperlo y el Asunto Nombela, ambos tutelados por el Partido Republicano Radical y sus dirigentes, bajo la mano de su presidente (a su vez, presidente del gobierno durante el II bienio, llamado el Bienio Negro). Fueron la gota que colmó el vaso, poniendo el sistema republicano en la “picota” y, a la derecha, formada por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA-Gil Robles) y el Partido Radical Republicano (PRR-Alejandro Lerroux), a los pies de los caballos del Frente Popular de la izquierda, para que, en las elecciones de febrero de 1936, el régimen cambiara de mano. Aunque, por poco tiempo. El ruido de sables que había circulado por los cuarteles, se convirtió en Golpe de Estado, en julio del 36, provocando una guerra civil que duraría 3 años, dando paso a una de las dictaduras más violentas, sangrientas y corruptas de la historia hispánica.
EL CASO STRAPERLO
El caso Straperlo (1935) (acrónimo de los apellidos Strauss y Perlowitz), derivado del juego, a una ruleta “eléctrica” que permitía adivinar en qué número se posaría la bolita a partir de un cálculo con los números que había pasado anteriormente. Una estafa que dependía de un mecanismo que el croupier de turno manipulaba y colocaba la bola. Lo curioso es que, en aquella época, los juegos de azar estaban prohibidos en la república, pero el proyecto de Strauss, pasó por encima de las normas, haciendo creer que era un juego de cálculo.
En Cataluña lo intentaron, pero la Generalitat no lo autorizó. Entonces, cambiando de tercio, a través de un sobrino de Lerroux, consiguió los permisos necesarios, ya que su tío, Alejandro Lerroux, ministro de la guerra por entonces, al que llamaban “el emperador del Paralelo”, por haber controlado (o gestionado) los burdeles y casas de juego del citado barrio barcelonés mientras ejercía de revolucionario.
El promotor del juego, Strauss, relató las cantidades de los sobornos y regalos que tuvo que hacer para pasar por encima de los altos funcionarios y políticos, etc. pero, una vez conseguidos los permisos, el negocio de la ruleta no funcionó como se esperaba. Y quiso recuperar lo invertido, pero se le cerraron las puertas, intentó extorsionar a Lerroux, pero no lo consiguió, sin otra salida dirigió todos los correos y documentación al presidente de la república, Niceto Alcalá Zamora. Una nota en la prensa del propio gobierno sacó a la luz todo el embrollo y se levantó un gran revuelo y toda clase de rumores.
Estallaba el Caso Straperlo entrando en la Casa de los Leones. El Congreso votó con la participación de 180 diputados, el resultado fue: 14 bolas blancas de “inocente” y 166 bolas negras de “culpable”. Dimitieron todos los implicados señalados por la comisión correspondiente, incluido Lerroux que era ministro. Las máquinas de juego en los casinos donde el azar se quedaba a la puerta y los croupiers, con el dedo en el “gatillo” hacían realidad aquello de” la banca siempre gana”. (Información obtenida de la hemeroteca del Congreso). Algo que sorprende de aquella época, es el tema de las dimisiones. No como ahora, que eso de dimitir no entra en la ética parlamentaria y, muchos menos, en las éticas políticas de los partidos. Una dimisión, a estas alturas, sería algo extraordinario.
EL “ASUNTO NOMBELA”
Este segundo “CASO”, estaba relacionado con los “Territorios Españoles del Golfo de Guinea” , donde las reformas proyectadas por los primeros gobiernos del “bienio progresista”, no fueron recibidas con las “congratulaciones” esperadas. Al contrario, toparon con la resistencia de la élite colonial, que aún no había digerido los “nuevos” aires democráticos, con la connivencia necesaria desde la metrópoli. El nombramiento del capitán Antonio Nombela como Subgobernador de la Guinea Continental e Inspector General de Colonias, en 1933, daría al traste con una trama corrupta que desde Madrid intentaba esquilmar las arcas del Tesoro Colonial. Un entramado de corrupción que, por comisión u omisión, minaba las estructuras de los partidos políticos en el poder. Comenzó con la rescisión del contrato público para conectar la ruta entre Fernando Poo, Rio Muni y Annobón, en la Guinea Ecuatorial con la naviera Compañía África Occidental S. A., que después de varios procesos llegó al Tribunal Supremo (¡Ojo! que no estaba Marchena, aunque con estilo parecido), que validó pagar una indemnización de 4 M de pesetas a la naviera dueña, que reclamaba daños por la pérdida de tres barcos, a causa de la cancelación del contrato.
Nombela acusó a los dirigentes políticos implicados (la mayoría del Partido Republicano Radical y a su presidente Lerroux) de fraude en la gestión de un expediente, por el cual se indemnizaba de las “supuestas pérdidas” económicas. Al tiempo que se negó a pagar la indemnización estipulada, presentando los libros de cuentas manipulados e ilegales en que se amparaba la armadora. Nombela recurrió a las Cortes y se formó una comisión de investigación que refrendó lo grave del asunto y dando la razón al Inspector.
Son interesantes unos párrafos del diario de la comisión, donde se lee, textualmente: “El señor Lerroux no delinque nunca; pero en las inmediaciones del señor Lerroux hay siempre, para delinquir, o un hijo adoptivo, o un cuarto cívicomilitar, o un subsecretario propicio, o un ministro medio tonto; siempre se encuentra eso en los alrededores del señor Lerroux para que se lleven el peso a la hora de las condenaciones”. Recordemos que unos meses antes, tuvo que dimitir del gobierno por el Caso Straperlo. Esto nos suena en la actualidad
Y la cosa continúa. La corrupción forma parte del Putiferio Nacional
Consejo de Ministras La semana empieza con perspectivas calentitas: Por una lado, un Consejo de Ministras en Barcelona el próximo
Según la RAE, que sabe mucho de definiciones, dice, sobre la inviolabilidad parlamentaria que, es una:
“Prerrogativa de que gozan los senadores y diputados respecto de las opiniones manifestadas en el ejercicio de sus funciones, y en virtud de la cual no puedan ser sometidos a procedimiento alguno tanto por las referidas opiniones como por los votos que emitan en el seno de la Cámara de que forman parte.
Teniendo en cuenta que los actos justicieros del “Llareno solitario” nunca sabes por donde van a salir y que el Tribunal Supremo se divide entre “progres” y conservadores” con las puñetas alteradas, no puedo evitar salir al ruedo y dar mi opinión, tan pobre como la de cualquier “súbdito” que no quiera ser “equidistante” y decida mojarse.