Mientras el virus coronado revolotea por entre líneas aéreas y nos “distrae” con estadísticas, que si no fuera por la gravedad del asunto nos parecería ridículas. 132 muertos y más de 6.000 afectados, cuando hablamos de un país cuya población raya los 1.400 M de habitantes. Cualquier gripe de temporada, en España, lleva más cargada la estadística. Según información de El PAIS:” El coronavirus tiene una letalidad que no llega al 3%, muy por debajo del alrededor del 10% del Síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) y del 34% del Síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), ambos virus de la misma familia”. 39 virus en un mismo paquete que se busca de donde ha salido. Y como no saben a ciencia cierta la cuna del mogollón de bichitos, se lo endosan a un animal, no identificado, pero animal al fin y al cabo, aunque afinando ponen en el punto de mira a dos serpientes comunes que se comercializan en el mercado de abastos.
Le están dando vueltas a teorías sobre la fauna autóctona con tal de evitar la más sencilla. Por lo menos una que se me ocurre a bote pronto. ¿Es posible que se haya escapado de una “jaula” de laboratorio? No creo que sea el primer caso, porque lo del ébola aún colea, cepas distintas en sitios diferentes, dos casos simultáneos: Sudan y R. D. del Congo en 1976, que si sí, que si no, pero la duda sigue en el aire. Porque con esto de las guerras frías, y donde la economía tiene un papel tan importante, cualquier cosa es posible, y en China no dejan beberse el petróleo de sus pozos, así que blanco y en botella, que cada cual se haga su película.
Es lo que toca cada vez que un virus escapa de la “jaula” y las “autoridades intentan controlarlo mediante comunicados o estadísticas. No pueden evitar que las fronteras sean un coladero de inmigrantes o refugiados y creen que no dejando volar una aerolínea ya está resuelto el problema. Lo cual no quita mérito a la preocupación para poder repatriar a los ciudadanos extranjeros que residente en la zona de Wuhan.
Esto me recuerda, tiempos ha, cuando en los pueblos de la España profunda nos asustaban que venía el tío del saco, o el sacamantecas, para evitar que los niños estuviéramos fuera de control. Y nos siguen metiendo el miedo en el cuerpo como si fuéramos niños.
La OMS, esa quimera internacional que sabe de qué pie cojea cada medicamento, pero que no se mete de lleno con las farmacéuticas para no irritar a los holdings que mueven los hilos detrás de ellas, nos llena de datos, atiborrando de miedo nuestra epidermis, pero que en temas de prevención no se le ve tanto empuje.
En 2002 aprobó la conservación temporal del virus de viruela con fines científicos, después de dos décadas intentando prohibir su almacenamiento (EE.UU. y Rusia tienen estas cepas), debido al escape en 1978 de unas muestras del virus en la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), donde hubo varios muertos y 260 casos en cuarentena. En 2014 se encontraron 16 viales de cristal marcados con la etiqueta “viruela” a 4 grados de temperatura en un almacén. Y ahora con la biotecnología, los laboratorios son capaces de sintetizar virus partiendo de cero. Vamos, que lo de desarrollar virus artificiales, con la tecnología que se dispone, está al alcance de muchos laboratorios, y ¿Quién controla al controlador?
Tam
bién, el peligro puede ven
ir de las interpretaciones que algunos personajes del ámbito político hacen de las recomendaciones de la OMS, como en el caso del eurodiputado de vox, Buxadé, que ha piulado en twitter lo siguiente: “ Por si alguno aún no se ha dado cuenta de que el mundo se desmorona… aquí recomendaciones para prevención del coronavirus”, y adjunta un recorte manipulado que dice:” Avoid unprotected sex with live wild or farm animals” (evitar sexo con animales, sean de granja o en libertad). Su mente calenturienta le hace cambiar la información correcta “unprotected contact” (contacto sin protección) por otra subliminal “unprotected sex” (sexo sin protección), y a quien Dios se la de San Pedro se la bendiga.
Por cierto, hoy decía la radio, esta mañana, que cada día mueren 2000 niños en el mundo por causa de neumonía infantil, pero no esto no produce alarma suficiente para declarar una pandemia.