Agora de Historia y Opinión

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El confinamiento pone la piel tan sensible que hasta el papel de fumar la irrita.

El confinamiento, las cifras que parecen contagiadas del baile de San Vito, el Pedrito Virusánchez parapetado detrás militares que hablan del virus como si fuera una guerra convencional: “Mi querido enemigo virus, sin novedad en el frente”, al paso firme del sargento Arensibia en Memorias de la Puta Mili, un comunicador de  prensa (Oliver) que filtra todo menos el café, unas voceras que hacen su papel de allanar el camino con tierra arcillosa y un Fernando  Simón, experto epidemiólogo, que capea el temporal pandémico mejor que George Clooney en la “Tormenta Perfecta”, además de sufrirlo en sus propias carnes. No lo envidio con la cuadrilla de “colegas” que tiene en el dichoso “Comité de emergencia” y sálvese el que pueda.

Y para amenizar el cotarro, unas Comunidades Autónomas que se la cogen con papel de fumar y aun así se les irrita la piel. Y no hablo de que las mascarillas vayan de un sitio a otro como un perro sin amo, en la calles, ladrando. Que nadie sabe si han llegado, llegaran o llegasen, o están siendo veladas con cuatro cirios pantocrátor pascuales en las sacristías por las hermandades de semana santa que se han quedado a verlas venir, y eso que no había tanta lluvia, o Sí.

Tampoco digo nada  de que cada día nos hablan de los aviones “fantasmas” que aterrizan cargados de millones de mascarillas, o de toneladas de material que tampoco sabemos si habrá de devolver, o hacerles una pira e incinerarlas por la falta de calidad y de precisión. Ni de otros datos que nos están poniendo al “filo del nervio” (expresión mexicana que me agrada).

Voy a hablar sobre la polémica cifra del 1.714.  Los miles de mascarillas que por reparto numérico se destina a Cataluña, no a Barcelona que serán, serían o seriasen 1.264 miles. La idea que se me viene a bote pronto es de hacerlos correr a gorrazos: al que hizo los números de reparto del pedido, que lo de ser fino le viene de lejos, porque hay que ser cazurro para redondear el dato a ese número tan señalado en Cataluña, y a los que esperan como agua de mayo el material sanitario, pero se distraen con la bolita del trilero matemático anterior.  ¡Señores! Un poco de sensatez, que lo del 1.714 es mucho más serio que la polvareda levantada, y nos hace perder el ritmo, con la que está cayendo y yo sin paraguas. Ya sé que es meter el dedo en la llaga, pero ahora no toca entrar en el juego. Y podría sacar el látigo de las siete colas para fustigar a los insensatos que provocan, pero ya habrá tiempo para ello, y no dejar en saco roto las embestidas políticas que llegan, y seguirán llegando.

Empiezo por el conseller de interior catalán, un tal Buch,  que no es que sea el más brillante de la clase ya que no es capaz de instruir a sus Mossos en comportamientos cercanos al buen hacer policialmente. Que una enfermera y un médico, matrimonio que viven juntos, que hacen más horas que un reloj y se desplazan para sus centros sanitarios para atender enfermos del Covid-19, o a sus viviendas a descansar, no se les puede criminalizar y no se les debería de multar por sospechar, el uniformado, que se han saltado el confinamiento, sino de formarle guardia de honor que es lo que corresponde a este personal, pero eso es pedir peras al olmo cuando de uniformes y poder policial se trata.

Como decía, Buch entiende que lo del 1.714, es una burla del gobierno español, y yo entiendo que lo de la cifra de 1939, también es una pasada de rosca. Y el conseller de Territori i Sostenibilitat, Damíà Calvet, también le va a la zaga al considerar la cifra como “una broma de mal gusto”. En cuanto a la Colau que está de “rompe y rasga” con sus vídeos, no ha perdido comba para salir al “balcón” y tachar a Buch de “fanático”, cosa que está muy bien, si fuera el único, pero ya sabemos que esto de la fe va por barrios, incluido el de los Comú. Que el fanatismo no es una patente de corso, que levantas una piedra y sale un fanático sin mascarilla cuando menos lo esperas.

La burla es que las enumeradas mascarillas sean de un solo uso. Y la broma consiste en decir que hay pendiente de enviar una cantidad y que todavía esté en tránsito. Y que el material sanitario llegue con cuentagotas. O lo del desescalamiento del confinamiento, y los datos de contagiados y de muertos, que si no fuera por lo cruel del tema, sería para tomarlo a guasa.  Por no señalar lo de devolver 200.000 mascarillas por defectuosas, ahora que se nos estaba olvidando lo de los test del timo de la estampita devueltos a China. A ver si tenemos cuidado con los intermediarios y los fabricantes desaprensivos que al final alguien se va a hacer daño.

Y es que la cifra coincidente con la conmemoración del 11 septiembre de 1714, despierta los demonios del independentismo. Pero no hace falta ir tan lejos, puesto que no hay día que no haya algún conato para inquietar al movimiento indepe. Porque lo de enjuiciar al MHP Torra y a la consellera Vergès, sobre un hospital de campaña instalado por el ejército y la GCivil, bajo el auspicio del ayuntamiento de S. Andreu de la Barca, sin centro hospitalario de apoyo, ni según lo regulado por la  Generalitat es un grano de arena, es decir, la culpabilidad está en quién toma decisiones sanitarias de tal calibre sin contar con los departamentos correspondientes. Y es que los pinchazos traperos del PSC, van desde el Twitter hasta llamar a la UME (ejército) para que desinfecte las paradas del autobús, por poner un ejemplo de cosas que en Cataluña no caen muy bien. O que el TSJC entre a dirimir si el material protector cintra el virus, que sigue con escasez, se suministre a la policía al personal, antes que el personal sanitario esté completamente protegido, que hay que hacerle el test a todos los agentes, y a todos los pacientes, y a todo el personal que trabaja en supermercados, y si seguimos así hasta a los viejos, que ya va siendo hora de que la discriminación por edad no llegue al uso  del respirador.

Y, también, parece ser, el TSJC ha entrado en el terreno de juego para organizar las instrucciones de la autoridad sanitaria. O la del TS, publicando notas amenazadoras, por WhatsApp, a los funcionarios de prisiones de Lledoners, y por extensión al resto, sobre la decisión de impedir a los presos políticos del art. 100.2 a pasar el confinamiento en casa. O el TC suspendiendo la reunión del día 21 de abril, que pueden hacerla por videoconferencia ya que disponen de los medios, aunque de esta manera ponen palos en las ruedas sobre el derecho a reclamar ante el TDHE, vulnerando el Convenio Europeo de Derechos Humanos y la CE del 78. Y aunque eso es harina de otro costal, la piel política se vuelve muy susceptible, porque es una detrás de la otra, y eso sí que debería acrecentar la irritabilidad de los independentistas

Hasta yo, que soy poco dado a escandalizarme por un “quítame allá esas pajas”, me ha sorprendido la coincidencia de datos, porque esto de ser indepe, republicano, rebelde, abducido sedicioso, jubilado, viejo y crítico, dispara el sensor de alarma ante el invasor de la centralización, aunque después he reflexionado, cosa poco habitual en el mundo político, y he interpretado que la falta de conocimientos históricos por parte del gobierno español nos tendría que tener habituados. ¿Es que hemos olvidado las Borrelladas, desde la entrevista en TV alemana, perdiendo los papeles, pasando por el escupitinajo en La Casa de los Leones, hasta los cuatro indios muertos de América y otras más? Pue eso.  Y ya sabemos que en política las casualidades cuestan de digerir, pero la ignorancia es la madre del cordero político y el analfabetismo histórico pulula por doquier, y por la Moncloa ni te digo, vista el color que vista la banda presidencial y si el palo de la bandera brilla más o menos.

Estamos en un panorama, donde el gobierno español se moja el dedo pero no pasa página, y ataca por la retaguardia en un rifirrafe propio del patio del cole, con frases como: “Esté a la altura” en la rueda de prensa informativa lo que ha quitado tiempo hablar de otras cosas más interesantes para el sufrido espectador y posible número estadístico del día siguiente.

Y al final resulta que la inversión en imagen del gobierno en el exterior no ha servido para aumentar la poca credibilidad del gobierno de Pedro Sánchez que la crisis del coronavirus está dejando en casa. Yo creo que eso pasa por la tozudez de Virusánchez y del Tezanos en hacer encuestas en tiempos de crisis. Ahora no toca. No señor.

Y el tema de desconfinar, poco a poco, los niños traerá cola. Al tiempo.

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