Legislar a “correcuita” no es la solución
Cuando todo son prisas, dime ¿quién se frena? Porque se te ha desatado un cordón. Cantaría Amaral en “Colegas”. Y aquí, el cordón es algo más peligroso que perder un zapato. Y el cordón desatado lo lleva más de uno, y de dos.
De entrada, lo lleva un tal Llarena que corre viento en popa a toda vela, para sacar unas euroórdenes que parecen cargadas por el diablo, si es que este existe. Unas euroórdenes que se dispararon, por la Europa “democrática”, buscando la “presa” que llevara el dorsal de “rebelión” o “sedición”, o ambos impregnados con algo de malversación, que siempre es un buen aderezo.