Puigdemont, visto y no visto en un día de furia. Y se marchó…
Como dice la canción de Perales: “… Y se marchó, y a su barco le llamó libertad” Y… descubrió gaviotas…” etc. Lo de dormir, no se sabe, si en Cataluña Sud o Nord, pero lo que sí se sabe es que durante dos días estuvo en Barcelona.
Y cuando quisieron darse cuenta, los 300, no los del rey espartaco Leónidas, sino los de un tal Elena, que estaba al borde de un ataque de nervios, allá por el cuartel general, rodeado por mandos y “camareros”, revisando el “guion” que no cuadraba con lo que les había dicho desde la política. ¡Algo ha fallado! Diría alguno pegado a la pared, al estilo de aquel que “bramó” ¿Dónde coño están las urnas? O algo por el estilo.
Después de siete años en el exilio volvió. Puigdemont vino el día 08/08/2024 (jueves, Día de la Extracción, diría en un posible documental) a la investidura de Salvador Illa (PSC). Y, bajo la mirada de las televisiones, periodistas, unos 5.000 independentistas, y la “férrea” vigilancia de 300 agentes de los Mossos, por tierra, mar y aire, a la espera de ser detenido. Entre líneas se aclaró que fueron 602 agentes movilizados, pero ya sabemos que eso de exagerar es lo cotidiano.
Lo había anunciado unos días antes. Y acompañado por una comitiva del partido Junts per Catalunya, a las 9:00 de la mañana, en un escenario montado en el Passeig de Lluis Companys, al pie del Arc del Triunf. Dijo, entre otras cosas, que “he venido aquí para recordar los que aún estamos aquí. Aunque estamos aquí porque no tenemos derecho a renunciar”. Y también que “El derecho de autodeterminación pertenece a los pueblos y a la gente que vive. Nadie, desde la política tiene derecho a renunciar a un derecho colectivo, el de decidir el futuro de Cataluña”. Y recalcó que “nunca será delito hacer un referéndum, ni obedecer el mandato del Parlament de Catalunya”.
Acabado el discurso, bajó de la tarima y, fue visto y no visto, entre un revuelo de sobreros de paja, y tres vehículos que salieron del parking, se perdió en la calle mientras “un” agente intentó seguirlo a pie. Y eso que, según el atestado de los Mossos, había siete de los mejores miembros de la poderosa Comissaria General d’Informació monitorizando y vigilando a Puigdemont, pero los equipos de contrainformación y de seguridad del mitin convocado, con sus maniobras de distracción, con la participación del público, boicotearon la acción policial de los “superagentes”. La TIA, Mortadelo y Filemón en sus mejores momentos, con sus sombreros de paja y los brazos entrelazados dieron al traste con la primera fase de la operación.
La “Operació Gàbia” se desplegó a bombo y platillo, bloqueando toda el área de Barcelona y alrededores. Por si alguien no lo sabe, esta “Operación” (Operación Jaula) es un dispositivo para hacer controles en las carreteras, por perímetros desde Barcelona hacia toda Cataluña, poniendo a los conductores al borde del cabreo, y más teniendo en cuenta el calor de estos días, el objetivo es para delitos graves: tiroteos, asesinatos, terroristas, etc “. Pero como un tal Llarena está fuera de sus casillas bajo el palio del Supremo porque no reconocen la Ley de Amnistía y, tuvo que suspender sus ·vacaciones” para poderse dar el festín de la detención, para hacerle pasar un largo tiempo en Estremera o Soto del Real. Pues eso, para hacérselo mirar. Porque algo me da en la nariz, que desde el Supremo se la están cogiendo con papel de fumar, con tal de protegerse, sálvese la parte, de sus marrullerías judiciales, eludiendo la propia legislación.
Con el resultado de “operación” fallida. Lo que, traducido al pueblo llano, es que se van liar a tirar informes a la cara, por no limpiarse otra cosa con ellos. Los dardos de Llarena van encaminados hacia “los agentes responsables del diseño del operativo, los responsables de su aprobación y los que se les encomendó su ejecución o despliegue”. Así que ya tenemos la cabeza de turco en la bandeja, sobre la que descargar su ira patriótica. Porque de su tozudez en negar la amnistía, según la Ley, no dice ni mus. Del CNI, del CNP y de la Guardia Civil, mejor tenerlos entre bambalinas, no se vayan a acalorar.
Aunque la cosa se complicó, ya que algunos agentes de los mossos, fuera de servicio, acompañaron al President Puigdemont en su “excursión” por Barcelona. Tres fueron detenidos, pero puestos en libertad, con expedientes abiertos por sospechosos de posible delito de encubrimiento, obstrucción a la justicia, etc. Aunque expertos en asuntos legales niegan que los requisitos de estos delitos encajen con los hechos acontecidos. Incluso alguno ha dejado caer que las detenciones llevadas cabo podrían ser ilegales
De la rueda de prensa del conseller Elena y su segundo, Sallent, forma parte del anecdotario de los ineptos. Su fracaso lo escupieron hacia Puigdemont, en un tono de resentimiento, porque después del acto del Arco del Triunfo, se marchó y no les “saludó” siquiera, con lo bien que hubiera sido dejarse “detener”, y así ponerse las medallas de despedida de los cargos que, con los nuevos gerifaltes de la Generalitat, van a durar menos que un telediario alemán, según uno que yo me sé. A pesar de la controversia entre el tal Elena, conseller de interior de ERC que estaba furioso con la “fuga” del president Puigdemont, al que pretendía convertir en un peligro público y la portavoz de ERC, Raquel Sans, que dijo:” Es una buena noticia que el president esté en libertad…”. Algo no cuadra, pero allá ERC y sus voceros.
Mientras tanto, Los reproches van de un tejado al otro, hasta que pasen al olvido y si te he visto no me acuerdo.
El primero, Puigdemont atacó al “inefable” Departamento de Interior y a su exconseller (hoy ya no lo es) por “la cacería de brujas que se ha producido contra algunas personas concretas. Simplemente porque las han visto a mi lado en momentos determinados… Que la ola represora desencadenada, es digna de Marlaska o de Zoido”. Sobre la Operació Gàbia, ha recordado la que se montó en 2017 para atrapar unos terroristas que acababan de perpetrar una masacre en la Rambla. No un responsable político que tiene una orden de detención rechazada en toda Europa y que no ha matado a nadie. ¿Cuántas órdenes de detención hay en estos momentos vigentes contra ladrones, violadores, narcotraficantes y asesinos? ¿Y cuantos dispositivos como el de ayer se están montando? ¿No se les cae la cara de vergüenza?
Si la tuvieran se les caería, pero creo que no es así. Aún las muestran en la Tele.
Un tal Núñez Feijóo dice que la responsabilidad de que Puigdemont estuviera en Barcelona es “el 100% del presidente español del delirio que viviendo España” Y que lo “permitió por desidia o por conveniencia”. Y señala con el dedo a Marlaska y a Margarita Robles, porque “el control de fronteras le corresponde al gobierno de manera exclusiva”. Casi los culpa de que la droga llegue al Puerto de Barcelona en sacos de azúcar. ¡Uy! Que se me ha escapado, que esto sería de algún reportaje sobre el chapapote. Supongo que se me ha cruzado una foto de un barco y unas vacaciones entre amigos. Se nota que este Feijöo no ha pasado las fronteras del Pirineo en días de vacaciones, o no ha ido a Perpiñán a ver el “Último tango en París”, ¡Qué tiempos aquellos! Las filigranas que se hacían para pasar por Le Perthus.
Por otro lado, un tal Puente, el de Transportes, junto al Bolaños, cargan la responsabilidad de todo el mecanismo de seguridad en los Mossos y ha reconocido, el Puente, que “controlar la entrada de una persona en España a través de la Guardia Civil, de alguno que reside en la Unión Europea es muy complicado”. Éste, si tuvo que ir a Perpiñán y eso que, ahora con lo del Acuerdo de Schengen, la frontera es un coladero.
Furia de la prensa española contra los Mossos, los mismos que cuando “se vieron acorralados” por manifestantes en una de las puertas al Parque de la Ciudadela y lanzaron gas pimienta sobre los segundos y lo que parecía primero, fresa, se convirtió en un picor intenso de pimienta en los ojos, la boca y la nariz.
Sin olvidar que, el jueves, fue un día de silencio para todo el gobierno de Sánchez, esperando que pasara el chaparrón y terminara la investidura, para enviar un mensaje a su acólito, colocado en la Generalitat (DIARIO16. 09/08/2024). “Silencios que hablan”.
José Antich, en El Nacional, 09/08/2024, dice: “Por qué no se dice que el nudo gordiano de lo que sucedió el jueves en Barcelona es que la lata magistratura española no ha aceptado aplicar la Ley de Amnistía”.
Al final, me quedo con una frase de Martin Pallín:” Si Llarena no libera a Puigdemont, cometerá un delito”.